lunes, febrero 27, 2006

De tesoros y oro falso


Hablar de que “lo que parece no siempre es” o de que “las apariencias son engañosas” no es nada nuevo. De hecho, es caer en lugares comunes. Sin embargo, muchas veces es real. Lo bueno es que la mayoría de las personas seimpre caen ante sus propios espejismos… prefieren creer en el mundo que les pintan (o que se han decorado ellos mismos), que ver más allá del espejo.

Digo que es bueno, o al menos conveniente, con miras a lo que ha sido mi experiencia en la práctica hasta ahora y observando con ojo crítico la vida de (y en) un medio “grande”. Cuando uno dice “El Mercurio”, la gente suele pensar en los tópicos “grande”, “serio”, “decano” (que pelotudo ese apodo), “periodismo real” y uno pila de tonteras más. Resulta que en los hechos, esto se parece más a un cementerio de elefantes, que a un vergés bullente de actividad.

No sé cómo será la vida en crónica, pero resulta que los medios grandes no son una versión gigante de los chicos. Al contrario de lo que han estado viviendo mis compañeros en regiones, yo no he sido apabullado por la pega (lo cual se debe a que Artes y Letras sale una vez a la semana no más), ni he experimentado un pléyade de temáticas, formatos ni nada. Lo mio ha sido bastante monotemático. La pega es sumamente rutinaria. Me levanto todos los días más o menos tarde, llego, hago un montón de hocio relajado, busco muuuuucha información y leo, leo, leo…

Es malo llegar a un suplemento cultural como el AyL desde regiones. No sabes nada de lo que pasa en esta ciudad, no conoces a nadie… es casi imposible pautearte algo decente en un principio. Pero claro, eso después pasa y agarras algo de “background” como para no andar completamente a la deriva. Pero no es que uno se sienta cómodo con ese escaso respaldo. Pero eso no es lo malo del cuento. Lo malo, es ver cómo los días pasan y no hay un gran reto, no hay una actividad realmente desafiante o sorprendente… es sólo lo de siempre. Por eso decía lo del cementerio de paquidermos.

Pero no me quejo, aunque suene a eso. Esto es una experiencia que no tenía antes. Creo que más que aprender a ser un buen reportero, lo que he aprendido es a ser un buen editor. Tengo que manejar un montón de información y datos y meterlos en un espacio no muy grande (porque no es que uno tenga el espacio de National Geographic, pero si la info), sin aburrir y tratando de apelar a un público no especializado (porque ni siquiera uno lo es). De hecho, a veces pienso que lo que he estado haciendo todo el verano, es como la pega que solemos hacer en la U, pero llevada al límite. Con plazos cortísimos (relativamente) y con una responsabilidad enorme. Pero más allá de eso, debo confesar que ni cagando me quedaría a trabajar aquí si me lo ofreciesen. No, por la ciudad (que es un enemigo natural de la vida), por lo monótono de la pega y porque no me caen bien los santiaguinos (y en general los periodistas aca, sin ser pesados, no son simpáticos… hay algo en ellos que no me gusta).

Pero bueno… es lo que hay. Me ha servido como experiencia, pero más que nada, como decía en el principio, lo favorable es que la gente cree en lo que quiere creer. Así que una vez que en mi curriculum diga “El Mercurio”, la gente dira “oh, hizo su práctica alla”… ajajajajaaja… cuan ignorante es la gente. Pero eso, a mi me conviene.

Lo importante es saber ver el tesoro escondido que hay en todo. Las experiencias no siempre son perfectas, pero siempre aportan, simepre hay una gema en el corazón de la roca más tosca. Sólo hay que saber labrarla bien. Ve con los ojos adecuados y podrías dar un buen aporte incluso en la peor de las tragedias.

Andrés Valenzuela

Ah… Niko, yo sólo puedo hablar por mi experiencia “laboral”. Sería pasarme si hiciese extensivas mis observaciones a tu experiencia… ¿Qué consideras que ha sido lo que más has aprendido estando en la coordinación de regiones?

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